El
pájaro emplumado.
(Hermanos
Grimm. Adaptado)
Narrador:
Un brujo, disfrazado de pobre, iba de puerta en puerta pidiendo y se
apoderaba de las muchachas más bonitas. Un día llegó a casa de un
hombre que tenía tres hijas muy hermosas. Cuando la hermana mayor se
acercó para darle un trozo de pan, el brujo le tocó con el dedo y
ella saltó a un cesto que llevaba a la espalda. La llevó a una casa
que estaba en medio de un bosque sombrío.
Pasaron
unos días, y él le dijo:
Brujo:
Tengo que irme de viaje. Aquí tienes las llaves de la casa. Puedes
entrar donde quieras, salvo en la habitación que abre esta
llavecita.
Narrador:
También le dio un huevo y le dijo que lo llevara siempre consigo
porque si lo perdía, ocurriría una gran desgracia.
Cuando
se fue, recorrió todas las habitaciones que estaban repletas de
plata y oro, pero no pudo resistir la curiosidad y abrió la
habitación prohibida. En medio había un enorme cubo lleno de
cadáveres descuartizados y al lado un hacha brillante. El huevo se
le escapó, cayó dentro del cubo y, cuando lo recuperó, por más
que lo limpiaba, la sangre no se iba. Cuando volvió el hombre se dio
cuenta de lo que había pasado. La arrastró hasta el tajo, le cortó
la cabeza y la descuartizó. Luego arrojó los trozos al cubo.
Brujo:
Ahora voy a por la segunda.
Narrador:
Ésta no tuvo mejor suerte que su hermana y también pagó la
curiosidad con su vida.
Entonces
fue a buscar a la tercera, que era más lista y astuta. Ella puso el
huevo en lugar seguro; luego visitó la casa y por último llegó al
cuarto prohibido. Sacó del cubo los miembros despedazados de sus
hermanas, los recompuso y ellos mismos se soldaron entre sí. Las dos
muchachas volvieron a la vida.
A
su vuelta, el hombre, al ver el huevo sin rastro de sangre, le dijo
Brujo:
Tú has superado la prueba y serás mi esposa.
Muchacha:
De acuerdo, pero antes llevarás tú mismo un cesto lleno de oro a
mis padres. No te pares a descansar porque te estaré viendo desde la
ventanita y te vigilaré.
Narrador:
Metió a las dos en el cesto y lo cubrió de oro y el brujo con el
cesto a la espalda se puso en camino. De tanto en tanto, una voz
desde el cesto le decía:
Voz
hermana:
¡Te estoy viendo desde mi ventanita! ¡Te has parado a descansar!
¡Venga, andando!
Narrador:
Entre tanto, la novia, tomó una calavera, la engalanó y la colocó
en la ventana como si estuviera mirando fuera. Luego se sumergió en
un barril de miel y se revolcó en las plumas del colchón, de modo
que parecía un pájaro rarísimo. Salió y se dirigió hacia su
casa. Finalmente se encontró con el novio que volvía y éste le
preguntó:
Brujo:
Pájaro emplumado, ¿que haces por estos caminos?
Muchacha:
De la casa me he escapado de don Plumete Emplumado.
Brujo:
¿Qué hace la novia bonita allá abajo en su casita?
Muchacha:
Ha arreglado la morada y está al ventano asomada.
Narrador:
El brujo saludó a la calavera creyendo que era la novia y entró en
la casa con sus invitados. Llegaron los parientes y hermanos de la
novia, cerraron la casa de manera que nadie pudiera escapar, le
prendieron fuego y el brujo y toda su banda perecieron en las llamas.
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