martes, 3 de abril de 2012

El lobo y la zorra.



El lobo y la zorra.

Hace mucho tiempo un lobo y una zorra decidieron vivir juntos en una cueva. Al poco tiempo, el lobo comenzó a portarse mal con la zorra, la trataba de manera cruel. La zorra lo soportaba, pero un día se dijo: “Este maldito lobo no tiene arreglo. O yo acabo con él o será él quien acabe conmigo”.
Y he aquí que un día se le presentó la ocasión. Estaba merodeando por el campo cuando observó que el muro que cercaba un viñedo tenía una brecha por la que se podía entrar. “Y si fuese una trampa?”, pensó la zorra. Metió lentamente la cabeza por el agujero y efectivamente el dueño de la viña había cavado un pozo y lo había disimulado con ramas para capturar a los animales que quisieran robarle sus uvas.
Zorra: Qué cierto es que la prudencia es la mitad de la inteligencia. ¡Qué bien estaría que el lobo cayera en esta trampa! Me libraría de él y me comería todas las uvas -pensó la zorra.
La zorra regresó corriendo a la cueva y le contó al lobo su descubrimiento:
Zorra: Lo tienes fácil, amigo lobo. Podrás entrar en un viñedo cargadito de uvas a través de una brecha que hay en el muro. Yo acabo de entrar y sus vides están repletas. Yo me he paseado por ellas con entera libertad.
El lobo, cegado por la gula, echó a correr en dirección al viñedo mientras la zorra le seguía a corta distancia. El muy tonto se lanzo por la brecha y cayó en la trampa. La zorra lloraba de alegría al verlo allí, atrapado, sin poder salir.
Lobo: Querida zorra, ya veo por tus lágrimas cómo te apena el verme aquí, sin poder salir. Por favor, ayúdame a encontrar la forma de hacerlo.
Zorra: Te aseguro que no lloro por lástima, sino de alegría... ¡Tenía tantas ganas de verte ahí, en el fondo de ese hoyo! Has recibido el castigo que merecías. Adiós, me voy.
Lobo: ¡Por favor, no me abandones! Avisa al menos a mis hermanos para que vengan a auxiliarme...
Zorra: Ni por todo el oro del mundo te ayudaría... Quien la hace la paga.
Lobo: ¡Ay de mí! ¡Perdido estoy! Piedad para mi alma y perdón pido por lo mal que me porté contigo. Prometo no volver a maltratar a los más débiles si salgo de esta.
La zorra, conmovida por las palabras del lobo, se asomó al hoyo y éste aprovechó la ocasión. Atrapó su larga cola y la zorra cayó dentro de la fosa.
Lobo: ¡Ya te tengo, maldita zorra! Ahora recibirás mi terrible castigo por ser tan despiadada y cruel. Comprobarás con tus propios ojos cómo pongo fin a tu vida antes de que me veas muerto.
Pero la zorra agudizo su ingenio y reaccionó de inmediato.
Zorra: Querido lobo, ¿cómo has podido llegar a pensar que no iba a ayudarte? Te mostré mi cola por la boca de este hoyo de muerte para que pudieras subir por ella.
Lobo: Crees que soy tonto.
Zorra: Nunca lo pensaría. Te tengo por mi mejor amigo. No seas tan desconfiado. Además, ¿qué ganarías tú con matarme? ¿Quién te sacaría entonces de aquí? Tengo una idea estupenda para salvarnos los dos. Hazme caso.
Lobo: ¿Ah, sí? ¿De qué idea se trata?
Zorra: Mira. Si tú te levantas sobre tus patas traseras y yo trepo por tu espalda, podré alcanzar de un salto el borde del hoyo. Luego iría veloz por un palo al que te puedas agarrar para salir de aquí.
Lobo: No me fío de tí ni un pelo, pero no me queda más remedio. Venga, trepa por mi espalda.
Cuando la zorra estuvo fuera el lobo le dijo:
Lobo: Venga, ¿a qué esperas? Ve a buscar ayuda enseguida.
Zorra: ¡Eschúchame, lobo del demonio! ¿Cómo has podido llegar a pensar qué deseara salvarte? ¡Ahí te quedas para siempre!
Entonces, la zorra, comenzó a lanzar unos gritos ensordecedores para atraer la atención de los campesinos, que corrieron hacia ella nada más verla. Ella huyó velozmente y los campesinos descubrieron al lobo en el fondo del hoyo. Se armaron con piedras y palos y lo golperon hasta matarlo. Mientras, la zorra, se dio un gran festín de uvas en el otro extremo de la viña.

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