domingo, 25 de enero de 2009

El burro y el lobo.

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El burro y el lobo.
(Adaptación de una fábula de Esopo)

Había una vez un burro que estaba pastando tranquilamente en un prado cerca de un pueblo y vio cómo un lobo se escondía entre los árboles. El pobre enseguida se dio cuenta del peligro que corría y empezó a idear un plan para escapar de allí.

-Puedo salir corriendo…Pero no, no es buena idea. El lobo es más rápido que yo… Tampoco puedo ponerme a rebuznar para que acuda la gente del pueblo. Este prado está demasiado lejos y nadie me oiría.

El pobre animal seguía pensando y, después de estrujarse el cerebro durante un rato, se le ocurrió una idea para engañar al lobo y salir vivo de allí.

El burrito empezó a pasear por el prado fingiendo que cojeaba y quejándose de dolor. El lobo, que lo vigilaba desde unos matorrales, al verlo cojear, pensó que sería presa fácil. Así que salió de su escondite y se plantó frente a él.
-¡Qué suerte tengo! ¡Por fin encuentro alguien inteligente y hábil que me puede ayudar!
El lobo se sintió halagado.
-¿En qué podría yo ayudarte?
-¡Ay, amigo lobo! Me he clavado una espina en esta pata y seguro que tú conseguirás quitármela. Me molesta mucho, ¡y mira cómo cojeo!

Al lobo le pareció bien ayudar al burro. Después de todo, como se lo iba a zampar, mejor sería que no tuviese ninguna espina…

-A ver, a ver… Levanta la pata para que pueda saber dónde está exactamente.
Entonces el lobo se colocó detrás del burro y el lobo hizo todo lo que le decía el burro.
-Tendrás que acercarte un poco más para poder verla. Yo noto que está clavada bien dentro, muy profunda. Te va a costar sacarla, amigo lobo.

El lobo se acercó y se acercó a la pata y entonces… El burro le atizó una fuerte coz y salió corriendo todo lo que pudo.

El lobo se quedó tumbado en el suelo, aullando de dolor, con todas las muelas rotas, y, sobre todo, muy herido en su orgullo. El burro había demostrado ser muy listo, mucho más listo que él.
Al lobo mal herido y llorando su desventura, sólo se le ocurrió decir:
- Bien merecido lo tengo, porque siendo mi oficio de carnicero, ¿cómo se me ocurrió meterme a curandero?

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El audio de esta fábula lo encontrarás pinchaco aquí.

martes, 6 de enero de 2009

El pollo que fue a cobrar un real.


EL POLLO QUE FUE A COBRAR UN REAL

Había una vez un pollo que escarbando, escarbando en la cuadra encontró un papelito que decía:

-El rey me da un real. Iré a Madrid a cobrarle este real al rey.

Y emprendió el camino hacia la corte. Cuando ya había recorrido un buen trecho se encontró con un lobo.

-¿Adónde vas, pollito, que te voy a comer?

-Voy a Madrid. Escarbando, escarbando en la cuadra, encontré un papelito que dice que el rey me dará un real y lo voy a cobrar. ¡Métete en mi tripa, que a la vuelta ya me comerás!

Y el lobo se metió en la tripita del pollito.

Andando, andando se encontró con un zorro.

-¿Adónde vas, pollito, que te voy a comer?

-Voy a Madrid. Escarbando, escarbando en la cuadra, encontré un papelito que dice que el rey me dará un real y lo voy a cobrar. ¡Métete en mi tripa, que a la vuelta ya me comerás!

Y el zorro se metió en la tripa del pollo. Siguió andando y llegó al mar y el mar le dijo:

-¿Adónde vas pollito, que te voy a ahogar?

-Voy a Madrid. Escarbando, escarbando en la cuadra, encontré un papelito que dice que el rey me dará un real y lo voy a cobrar.¡Métete en mi tripa, que a la vuelta ya me ahogarás!

Y el mar se metió en la tripa del pollito.

Finalmente llegó a las puertas del palacio y a todos los guardias les dijo que quería hablar con el rey. Éstos fueron a preguntárselo al rey quien les dijo:

-¡Bah, no hagáis caso! Llevadlo a la cuadra y veréis qué pronto lo matan los caballos.

Los guardias cogieron al pollito y lo encerraron en la cuadra con los caballos; pero el pollito, nada más llegar, soltó al lobo que llevaba en la tripa y éste mató a todos los caballos.

A la mañana siguiente los criados metieron al pollito en el corral y éste soltó al zorro que llevaba en su tripa y mató a todas las aves que allí estaban. Al día siguiente los criados dijeron al rey:

-Majestad ¡si vieseis lo que ha hecho el pollito en el corral! ¡Ha matado a todas las aves!

-¡Pues lo condeno a muerte! Preparad cien carros de leña y haced una hoguera para quemarlo a la puerta del palacio.

Los criados prepararon la leña y cuando toda la leña empezaba a arder, el pollito soltó el mar que llevaba en la tripa y el agua apagó el fuego e inundó todas las casas de Madrid. Cuando el agua llegaba ya a los balcones del palacio, se asomó el rey y gritando dijo:

-¡Pollito, no me ahogues! ¡No me ahogues! ¡Deja de soltar agua y te daré lo que quieras! ¡Te doy la mitad de mi reino!

Pero el pollito seguía soltando todo el agua que llevaba en la tripa. El rey, viendo que no paraba, le dijo:

-¡Pollito, no me ahogues! ¡Te doy la otra mitad de mi reino!

Así el rey se quedó sin reino y el pollito regresó a su casa muy contento, tirando monedas de oro y cantando:

“¡Quiquiriquí he ganado

quiquiriquí un reinado.”


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